Dentro de las clases de colchones, el de muelles es un clásico. No solo por la excelente fuerza de apoyo para el cuerpo, sino también por la estabilidad especial que aporta y su perdurabilidad. Los núcleos de muelles que contiene el colchón disponen de numerosos muelles de acero o metal conectados entre sí. Los huecos que quedan entre ellos garantizan que transpire perfectamente y hacen que sean muy adecuados para gente que suda mucho. La humedad se aísla de forma óptima y se elimina a través de la zona interior. Se evita así la formación de hongos. Los colchones de muelles se diferencian según el tipo de muelles que llevan. En los de tipo ensacado, los muelles son de acero y están embolsados en sacos de tela. Los colchones de muelles bicónicos, también conocidos como Bonell, tienen un número menor de muelles y el diámetro de los mismos también es algo inferior. Por eso el colchón es algo más blando. Los colchones de muelles son adecuados para las personas que duermen boca abajo o boca arriba, así como para quienes prefieren los colchones más duros. La estructura estable de los colchones de muelles permite tumbarse en una posición horizontal y cuidar así la columna vertebral. Eso sí, los colchones de muelles no están pensados para camas con somieres regulables, puesto que la flexibilidad del colchón está condicionada.